viernes, 1 de agosto de 2008


Recuerdos

Aquella mañana bajé las escaleras de mi casa con cierta apatía, los peldaños se me aparecían como abismos insalvables. Cuando llegué a la cocina mi papá me esperaba impaciente por llevarme al internado donde debía comenzar mis estudios de bachiller.
El viaje en coche fue realmente desalentador, entre el vaivén de la carretera, mi angustia por lo que me podría encontrar en aquel siniestro colegio y las manchas que dejaban los miles de insectos al estamparse contra el parabrisas del coche, me proporcionaron tal mareo que terminé vomitando por la ventanilla.
Ahora sé que uno no puede escoger sus recuerdos, es algo extraño como el cerebro los almacena en su aleatorio disco duro y aparecen en el monitor de nuestros ojos cuando menos lo esperamos. Un olor, una cara conocida y sin saber cómo nos trasladamos al mundo en el que un día fuimos protagonistas y al siguiente nos acercamos como seres ajenos. Deberíamos poder saber cuando es la última vez que vamos a ver a alguien.

FIN

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