miércoles, 22 de junio de 2011

Jesús López Pacheco

Recientemente asistí en el Instituto Cervantes de París a la presentación del documental “De Madrid al hielo” realizado por Bruno Lázaro Pacheco director español-canadiense de largometrajes de ficción, experimentales y documentales. Galardonado en festivales internacionales, ha estrenado en Toronto, Donostia-San Sebastián, Málaga y Cannes. Su anterior película recibió el primer premio en la Bienal de Cine Español de Annecy. La Filmoteca Española ha presentado en Madrid el programa “Retrospectiva: Lázaro Pacheco”.
Él mismo dirá “Una tarde en Madrid, cuando yo tenia 8 años, mis padres me dejaron terminar un rollo de película de 8mm en una cámara “Meopta”, traída de Checoslovaquia. Acercando el ojo a esa misteriosa ventanilla, me pareció que era una forma de cambiar el mundo y empecé a hacer esta película, que terminé hace unos meses, en Canadá.
En cuanto al documental, se trata de una especie de homenaje a su padre Jesús López Pacheco, del que os haré una pequeña biografía un poco más abajo, en la que cuenta un poco todo lo que supuso el exilio de su padre, mezclado con el tema de la guerra civil y la historia de un tal Juka, un canadiense que cruzó el gran charco para luchar en esa guerra. En el documental encontramos poemas del padre, imágenes de archivo de la guerra civil que han sido tratadas por Lázaro Pacheco y una serie de disquisiciones sobre el momento actual en España: tanto en lo que se refiera a la reciente revolución de los indignados como a la famosa memoria histórica. No voy a entrar a tratar aquí el tema que parece que calentó bastante el ambiente en el instituto Cervantes, sobre todo cuando las personas que se encontraban allí, en su mayoría de avanzada edad y sí no testigos directos de la guerra si de lo que fue la vida en España durante la dictadura de Franco. No es que no me interese el tema pero es que estaba realmente más preocupado por otros asuntos que me parecían más importantes en el documental: como las motivaciones interiores de ciertas acciones y en general el lado más humano, por así decirlo, de lo que la historia nos contaba, pero sobre todo por aquel poeta que, tengo que reconocerlo, acababa de conocer, y me había gustado mucho, por lo que no tuve más remedio que abandonar el auditorio del Instituto Cervantes tratando de evitar el enfrentamiento al que estaba abocado todo aquello y con la necesidad de buscar algo más sobre Jesús López Pacheco. Cuando me he puesto a buscar por Internet, lo primero que me ha chocado ha sido darme cuenta de que López Pacheco había sido contratado por la universidad de Canadá para dar clase, y por eso se fueron allí y no por la romántica versión del hijo sobre un poema encontrado en unos documentos antiguos del padre, en fin, debo reconocer que me encuentro un poco decepcionado por este descubrimiento, lo cual no quita que me siga interesando enormemente la figura de este señor. Por lo que aquí os dejo una breve biografía y algunos de sus poemas que espero que disfrutéis al menos tanto como yo, si como yo, venís de descubrirlos.

Jesús López Pacheco Escritor, poeta y profesor español, nacido en Madrid en 1930 y fallecido, a causa de un cáncer de pulmón, en Canadá el 6 de abril de 1997. Estudió Filosofía y Letras en Madrid, y participó activamente, desde posiciones comunistas, en los inicios del movimiento estudiantil antifranquista: un informe de la Dirección General de Seguridad recoge su protagonismo en el Homenaje estudiantil a Ortega, tras el fallecimiento del filósofo, en octubre de 1955. Asistió a la reunión celebrada el 19 de enero en el Club «Tiempo Nuevo» (Alcalá 93), con Dionisio Ridruejo, Miguel Sánchez-Mazas, Ferlosio, Javier Pradera, Enrique Múgica, Ramón Tamames, etc. En la que se preparó el Manifiesto difundido el 1 de febrero de 1956. A raíz de aquellos sucesos fue detenido y su domicilio registrado por la policía, que informó haber encontrado abundante propaganda europeísta.
Publicó varios libros de «poesía testimonio»: “Dejad crecer este Silencio” (Premio Adonais 1953, Editorial Rialp), “Mi corazón se llama Cudillero” (Mieres 1961), “Pongo la mano sobre España” (1961), “Canciones del amor prohibido” (1961). En 1958 su novela “Central Eléctrica” (Colección Ancora y Delfín, nº 149, Destino)
El compromiso comunista le cerraba las puertas en España y en 1967 decidió autoexiliarse a Moscú, ciudad donde se publicaron sus obras completas. En 1968 aceptó un puesto como profesor visitante por un año en la Universidad de Western Ontario (Canadá), en la que se terminó quedando, y de la que era catedrático emérito al fallecer. Tradujo a poetas americanos e ingleses, publicó nuevos poemarios, “Delitos contra la Esperanza” (1970), otra novela: “La hoja de parra” (1977), la antología de cuentos “Lucha contra el Murciélago” (1990) y la pieza teatral “Máquina contra la Soledad o la Scherezada electrónica” (1989). En “Asilo poético”: poemas escritos en Canadá 1968-1990 (1991), se encuentran abundantes referencias a su autoexilio. En 1996 se publicó en Vitoria su libro “Ecólogas y urbanas”, manual para evitar un fin de siglo siniestro.
En 1970 el cantautor Adolfo Celdrán Mallol (1943), en su disco “Silencio” cantó letras suyas y de Bertold Brecht, Nicolás Guillen, León Felipe... entre ellos la célebre "Canción bailable":
Lo más cómodo es
llorar desde Madrid
al que muere en Bolivia
(¡quién tuviera un fusil!)
Lo más cómodo es
no tener un fusil,
no luchar en Bolivia
y llorar en Madrid.
Lo más cómodo es
no luchar ni en Madrid,
llorar muertes lejanas
y soñar sin fusil.

Epigrama de un genio de la corte imperial
La sociedad de consumo
tiene su propia cultura:
producir basura y humo,
o, si no, humo y basura.

Estadísticas para economistas y otros calculadores que desprecian la retórica
El medio ambiente no es
el 50% del ambiente.
Es mitad nada más - para entendernos -
de una relación que no tiene mitades:
la vida.

Ni el hombre medio
es medio hombre, como creen
los que multiplican por él sus beneficios.

Y la renta per cápita - sinécdoque en latín - ,
no son los beneficios que reciben
los propietarios de las guillotinas.
(Aunque, en el fondo, si se piensa bien...)

Agradezco a los árboles sus sombras
Agradezco a los árboles sus sombras,
la protección delgada de sus troncos.
Al banco la amistad de su respaldo
y a los faroles su bombilla rota.                                                                           
Agradezco a las calles sus esquinas,
sus rincones oscuros como nidos,
sus portales sin nadie, resguardados
de la lluvia y el viento y las miradas.

Agradezco a los cines sus butacas,
su oscuridad amiga de los labios,
y a la tarde su luz porque se marcha
para que venga el beso y el abrazo.

Ciudad donde yo amé: ya tiempo y tiempo
ha pasado de aquel beso primero.
Hoy te agradezco todos tus paseos,
tus calles y tus plazas, tus tranvías,

tus barrios pobres, cómplices de amor,
toda tu oscuridad amada y triste,
donde ha nacido, sin embargo, el beso
largo y continuo en el que vivo ahora.

2 comentarios:

Pamela Pérez Bernal dijo...

Me ha gustado mucho, dice las cosas sin ser panfletario es humano y profundo,interesante y de leer mas de una vez

gloria dijo...

ya tengo la foto po !!