martes, 13 de marzo de 2012

Juan Larrea

13 de marzo de 1895 Bilbao- 9 de Julio de 1980 Argentina. Influido por Gerardo Diego y Vicente Huidobro busca una salida a la realidad mediocre que le rodea. Trabaja como archivero y bibliotecario y su descontento con el entorno y consigo mismo le lleva a emprender una doble huida: primero a París, donde abandona el español como lengua de creación y adopta el francés. Crea allí, junto a su amigo César Vallejo, la revista Favorables París Poema. Huida que trata de explicar en «Evasión» con su contenido premonitorio y conformación mitológico-simbólica. El último de sus Versos: «Aún tengo que huir de mí mismo». Es un huir que deviene persecución constante de un más allá que rige ostensiblemente toda la obra y la vida del poeta. El conocimiento y la experiencia herméticos son aspectos que vertebran su pensamiento con el hermetismo subyacente en la poética huidobriana y en general la tradición literaria de la Modernidad desde sus orígenes románticos alemanes. La segunda fase de su huida le llevará al Nuevo Mundo, cuyas culturas precolombinas estudia con fervor. En 1932 abandona la creación poética. Tras la Guerra Civil española, se exilia definitivamente en América y publica ensayos sobre César Vallejo, Vicente Huidobro, el surrealismo, el Guernica de Picasso y Machu Picchu.
Interpretó la sociedad como un conjunto de voluntad o necesidad superior que necesita una enorme crisis material y espiritual (manifestada en las vanguardias y las dos Guerras Mundiales). Tras sus convulsiones emergería un Nuevo Mundo espiritual (identificado en buena medida con el Nuevo Mundo físico: América), del que varios artistas (Rubén Darío, Vicente Huidobro, él mismo) habían sido, conscientemente o no, profetas. Por la audacia de sus imágenes, estudiosos intentan adscribirlo al surrealismo, movimiento de cuyos presupuestos teóricos se siente, sin embargo, muy lejano. Tampoco prospera la tentativa de incluirle en la Generación del 27, pues no tuvo contacto con la mayoría de sus integrantes. En opinión del propio Larrea, la etiqueta que mejor le cuadra es la genérica de ultraísta, pues su trayectoria fue un intento constante de ir ultra ("más allá") del entorno vital y social que le oprimía. A su muerte se convierte en un "poeta de culto" de difícil comprensión pero que se mantiene siempre fiel a su pensamiento y constante búsqueda de reflejar el fluido de sus pensamientos tal y como se producen en su interior. Sin embargo conserva siempre una sintaxis lúcida y cristalina, muy lejana al fluido de conciencia o los intentos más o menos fieles de escritura automática de otros poetas de vanguardia. A menudo, sus versos son verdaderas máximas, destilados de una lógica peculiar pero impecable:
Por su propio peso la tristeza baja los grados de la escala social
Lo imposible se vuelve, muy poco a poco, inevitable.

Junto a «Razón», «Centenario», el poema que le precede, es el antecedente más claro de transgresión de los procedimientos primigenios de técnica compositiva creacionista. En él las formas de discurso han cambiado ya ostensiblemente; su proceder constructivo general se apoya en un motivo temático único, el llamado Virgilio, personaje sobre el cual versa el texto y al que se habla e interroga. Caso bien distinto es el del anterior «Cosmopolitano », composición mucho más extensa basada en la yuxtaposición de cuadros temáticos imaginistas que nacen de la contemplación de la ciudad, y cuyo modelo es sin lugar a dudas localizable en el Ecuatorial de Huidobro. Ante poemas como los antes citados «Centenario» o «Cosmopolitano » de Larrea, «Gesta» de Diego, o el Ecuatorial huidobriano, pudiera decirse que el cosmos se hace vida frente al ser humano como ente pasivo, receptor, de las sensaciones que percibe reflejándolas posteriormente. El resultado es una poesía intrincada, autosuficiente y ostensiblemente con un significado externo en la forma misma y una asimilación interna de todo lo que fluye en el interior del artista donde el punto de vista personal se vuelven mundo en su poesía, haciendo que los métodos del simbolismo psicológico se vuelvan ineficaces, ante la ausencia de pautas imaginísticas claras. Así, más que la mayoría de los poetas surrealistas, Larrea añade a su comprensión los campos tanto metafóricos como emocionales.
Mientras que otros poemas traicionan absurdidades superficiales por medio de imágenes obsesivas o estados de ánimo que lo penetran todo, Larrea muestra todo un mundo visual de enseres y preocupaciones en las que encontramos una secuencia de pensamiento que solo se podría comparar al monólogo interior de la narrativa. Rechaza los juegos estéticos por sí mismos y su trabajo literario pienso que está concebido de manera asociable a lo por él mismo explicitado en el manifiesto Presupuesto vital en términos de que «para nosotros sólo nuestro tiempo existe»; es decir, una intencionalidad focalizada en el tiempo presente y, en consecuencia, no elegiaca, ajena al propósito de el recuerdo o la poetización de la memoria del que se desliga para alcanzar un inconsciente muy cercano a Freud. Ello sería, si bien se mira, un modo de transcendentalización de lo inmanente. Lo cual, desde un punto de vista psicológico así como puramente artístico, constituye un planteamiento de repercusiones extraordinarias. En Larrea encontramos composiciones que brindan una comprensión intuitivo-emocional y simbólica como en “Diente por diente” que constituye un doloroso alegato contra la sociedad industrial en una realidad de mecanización y proletariado urbano perceptible, indudablemente, en la consideración del destino del hombre anónimo, en el discurrir de una sociedad que no hace nada por él sino más bien todo lo contrario. En “Espinas cuando nieva” construye sobre la base de la metáfora lexicalizada «a flor de piel», las variantes de conmutación «a flor de agua» y «a flor de invierno» en donde el ser humano se confronta a la naturaleza. Suele utilizar formas fraseológicas automatizadas del tipo de «por toda respuesta» o la adverbialización «a grandes rasgos » o la conmutación léxica deshabitualizadora «fotógrafo furtivo», frente al sintagma usual «cazador furtivo». En fin, diríase que Larrea establece un discurso de amplísimo eje combinatorio de automatismo y desautomatización mediante el cual obtiene un raro equilibrio de expresiones semánticamente extremadas que permanecen dentro de los márgenes de la gramaticalidad.


Espinas cuando nieva

Suéñame suéñame aprisa estrella de tierra
cultivada por mis párpados cógeme por mis asas de sombra
alócame de alas de mármol ardiendo estrella estrella entre mis cenizas

Poder poder al fin hallar bajo mi sonrisa la estatua
de una tarde de sol los gestos a flor de agua
los ojos a flor de invierno

Tú que en la alcoba del viento estás velando
la inocencia de depender de la hermosura volandera
que se traiciona en el ardor con que las hojas se vuelven hacia el pecho más débil

Tú que asumes luz y abismo al borde esta carne
que cae hasta mis pies como una viveza herida

Tú que en selvas de error andas perdida
Supón que en mi silencio vive una oscura rosa sin salida y sin lucha


El niño ofrece sus ojos a los tallos del viento
Deshechos como lechos profundos de gestos pero descarnados
dejando caer nuestras paredes a lo largo de nuestro cuerpo
en este otoño que no osa llenar la distancia entre tus manos
en este otoño desfigurado por el color de mis desvelos

Paseando las sombrillas de un viento de carne mis cicatrices
han olvidado sus llaves en los furtivos reflejos de las aguas
pero la canastilla que flota allí llena de pestañeos efímeros
me indemniza de tantas y tantas puertas cerradas detrás de ti

Comparte tú mi angustia y mis banderas llovedoras
vela por el canario que persigue su flauta entre mis huesos
que come y bebe las tardes en los huecos de una lengua ausente
exponiéndose a ser sorprendido demasiado lejos de mi sueño


El umbral de las calumnias

El surtidor de alma donde tu esperanza se abate es sólo una hipótesis falsa aunque bonita

Todos los jardines empiezan por sanarte
Te mueves
y la luz se enturbia
crees que evitas las zarzas y entonces es cuando tus cabellos se tornan transparentes

Comprendido por la distancia hermano de tu hermano tierra de tu tierra
el jardín te relame con motivo del jardín de tus poros

Tu frente desmigaja las tardes desde la cúspide de tus alabanzas
Hay ya algunos barquitos en tu saliva


Razón
Sucesión de sonidos elocuentes movidos a resplandor, poema
es esto
y esto
y esto
Y esto que llega a mí en calidad de inocencia hoy,
que existe
porque existo
y porque el mundo existe
y porque los tres podemos dejar correctamente de existir

Diente por diente
En el país de la risa la ceniza precede al fuego
La nieve precede al pájaro
Las lágrimas a sus tronos
Lo que es esperanza en un comienzo se hace huella en el camino
Lo que ocurre deja los colores desunidos
Pero sujetos a una especie de impostura oscura
Para perder la vida no hay más que un motivo en el cielo
Las bocas huelen al deseo de descubrir un hermoso crimen
Un café nunca está lejos
Unidos por una misma tendencia
Cuando el alba paga las nubes con su vida
Unidos por el bajo relieve de una voz venida a menos
Unidos como monedas en el precio de una mujer desnuda
Los miembros de un hombre no dejan allí nada que desear
Como eclipses parciales
Como solos de arpa
Como tiros al aire
Como cerillas


He tenido dos motivos muy importantes por los que me he decidido a hablar este mes de Juan Larrea. El primero y más evidente es que se cumplen 117 años de su nacimiento. Pero lo más importante para mi es que teniendo en cuenta el panorama político internacional actual creo que es necesario que comencemos a tener cada vez más presente una reivindicación de nuestros derechos como ciudadanos. Los recientes acontecimientos, mandatarios de extrema derecha por toda Europa, la crisis, pérdida de nuestras libertades, etc. Nos obligan a estar alerta en cuanto a todo lo que nos rodea porque el panorama no pinta muy alentador. Por eso he creído importante destacar la figura de Larrea ya que fue capaz de revelarse contra una sociedad y un país tan ajeno a él, como debe de serlo hoy a cualquier artista consciente de lo que le rodea. Por eso se vino a París donde se negó a escribir en español durante mucho tiempo. Si eso no es una reivindicación en toda regla que me vengan a explicar a mí. Además, su poesía transmite ese sentimiento de decepción hacia un país que no comprendía y que nunca fue capaz de comprenderle a él. Ni siquiera después de su muerte. He elegido como ejemplo las poesías que según mi entender más transmiten ese sentimiento. Y la verdad es que mi deseo y mi esperanza es que los poetas de hoy sigan el mismo camino que Larrea y enfoquen, si no toda su obra, alguna que otra poesía, para reflejar el momento tan difícil que se está viviendo en España. Creo que ya se está callando demasiado y es la obligación de los artistas hablar sobre esto y tomar de una vez por todas partido ante una situación, creo que es evidente, más que catastrófica, preocupante e incluso hasta aterrador.

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