viernes, 3 de febrero de 2012

Enrique Vila-Matas

Acabo de leer el libro de Enrique Vila-Matas “Bartleby y compañía” y nada nuevo digo incluyendo al bueno de Vila-Matas entre uno de los mejores narradores de nuestro país. Yo ya conocía varios títulos de este autor, pero nunca había tenido la oportunidad de leer éste precisamente, a pesar de que siempre me había llamado la atención, sin saber muy bien por qué, ahora lo entiendo.Empezaré hablando del título, se basa en una obra del estadounidense Herman Melville, al que cita varias veces a lo largo de sus notas a pie de página (luego hablaré de eso) “Bartleby, el escribiente” (Bartleby the Scrivener: A Story of Wall Street). En resumen, trata sobre un copista de una oficina que no quiere hacer los trabajos que le pide su jefe, como es lógico éste termina despidiéndolo pero él sigue yendo cada día a la oficina. Al final el jefe decide cambiar de oficina y el copista sigue acudiendo como de costumbre a la oficina ya desalojada. Los vecinos le piden al jefe que trate de convencerlo y a pesar de que lo intenta no logra nada y Bartleby termina en la cárcel donde muere al negarse a comer. Bueno, no hay que explicar mucho más del libro de Melville para comprender la metáfora, tampoco nos queda ninguna duda de los propósitos de Vila-Matas al elegir este nombre. En estas supuestas notas a pie de página, ¡Que no libro! Nos va contando miles de casos de escritores que aun teniendo el don de la escritura, se han negado a usarlo a lo largo de la historia. Famosos son los casos de Rimbaud, Kafka (que lo que hizo fue negarse a publicar, no a escribir) seres en los que habita una profunda negación del mundo. Del escribiente de Herman Melville el mal endémico de las letras contemporáneas. El bloqueo del escritor, miedo a la página en blanco, o la literatura del NO como síndromes diferentes que pueden atacar a un escritor con el mismo resultado. Dejar de escribir.
Nos habla de Robert Walser del que podéis encontrar un buen artículo en http://www.pagina12.com.ar/2000/suple/radar/00-03/00-03-05/nota2.htm el cual parece que está ganando mucha fama entre otras cosas por este libro de Vila-Matas. También tenemos, como no, el caso de Juan Rulfo, que sólo publicó dos libros en su vida, y su famoso tío Celerino. Monterroso, el cual no creo que se pueda considerar exactamente un Bartleby al uso sino simplemente un poco perezoso con la literatura. Felipe Alfau que renuncia a la escritura por haber aprendido ingles, no me extraña. Debo reconocer que mientras leía el libro estaba convencido de que la mayoría de estos escritores eran inventados, pero cuan grande ha sido mi sorpresa al ponerme a buscar por internet y descubrir que realmente existen, pido disculpas por mi ignorancia. De Robert Musil encontramos la obra inacabada “El hombre sin atributos” donde se analiza la gran crisis espiritual de su época y la descomposición del Imperio austro-húngaro. Y Vila-Matas viene a tratar la idea de que lo que no se ha escrito permanece como en suspenso en la literatura, como si realmente lo que se escribe es porque estuviera destinado a ser escrito y si tenemos algo que escribir y nos negamos a hacerlo es como si eso quedara suspendido en una especie de limbo literario. Esto me hace pensar en lo que decía Cortazar sobre lo que escribía como si realmente él no tuviera mucho que ver en el aspecto creador de la novela, sino que se limitaba a sentarse y escribir sobre lo que ese algo le dictaba, como si sólo se tratara de un mero vínculo entre eso y la narración. También Borges dijo algo parecido, una especie de llamada espiritual que le impulsaba a hacer realidad ese contacto. Y seguimos con argentinos, ahora se trata del no menos importante Rodolfo Wilcock en el libro habla de “El vanidoso” este relato aparece en el libro de cuentos "El estereoscopio de los solitarios” sobre la necesidad de exhibir lo que nos diferencia del resto. El abandono por locura de Friedrich Hölderlin. Bobi Bazlen el escritor sin obra que fue protagonista de la novela “El estadio de Wimbledon”, de Daniele Del Giudice. También nos habla de “La tregua” de Primo Levi sobre su estancia en un campo de concentración como ejemplo de la necesidad de contar, como una especie de sesión de psicoanálisis, una forma de sacar fuera aquello que está torturando al escritor. Encuentra otro maravilloso ejemplo de Bartleby en Félicien Marboeuf que aunque es prácticamente un desconocido, inspiró a personajes como Gustave Flaubert y Marcel Proust. Después de haber servido como inspiración para el personaje de Frédéric Moreau (protagonista de “La educación sentimental”), decidió convertirse en escritor para no permanecer siendo un personaje toda su vida. Pero apenas escribió nada: su correspondencia con Proust es todo lo que fue publicado, y con carácter póstumo. Llegó a ser conocido como el “más grande escritor que nunca ha escrito nada” o cómo convertirse en un personaje de ficción siendo una persona de carne y hueso, o sea, un Pinocho al revés. Otro que se dedicó a la búsqueda de Bartlebys fue Jean-Yves Jovannais en “Artistas sin obras”. El autor experimental Georges Perec escribió una curiosa novela “Retrato del autor visto como un mueble, siempre” en la que cuenta la historia de Clément Cadou que quiere ser escritor, pero un día sus padres invitan a cenar a Witold Gombrowicz y se ve tan impresionado por el escritor que se sentirá como un mueble el resto de su vida. No me extraña, creo que a mi me pasaría tanto de lo mismo. Eso sí, su epitafio fue maravilloso “Intenté sin éxito ser más muebles, pero ni eso me fue concedido. Así que he sido toda mi vida un solo mueble, lo cual, después de todo, no es poco si pensamos que lo demás es silencio.”
El caso de Gregorio Martínez Sierra es curioso pero por desgracia no fue el único. Gran parte de su obra fue escrita en comandita o exclusivamente por su primera esposa, la escritora María de la O Lejárraga, con la cual se casó en 1899 y que, a pesar de haberse separado de su marido cuando éste se relacionó con la primera actriz de su compañía Catalina Bárcena, siguió colaborando con él e incluso, una vez muerto, firmó con los apellidos del esposo María Martínez Sierra. El único que parece realmente inventado, o al menos yo no he logrado encontrar ninguna pista, es el famoso Robert Derain y su supuesto “Eclipses literarios” parece que aquí si que ha inventado un personaje Vila-Matas. Y otro que bien podría ser un personaje aunque no lo sea es Ferrer Lerín, según Wikipedia es escritor y ornitólogo. En el libro se dice que deja la literatura para criar buitres, lo cual me pareció una metáfora fabulosa, pero no, según leo, realmente se dedico a la cría del buitre y ha aparecido también como personaje en al menos otros dos libros más. Y los nombres continúan y continúan creciendo en una auténtica hecatombe de escritores de vidas siempre extrañas y atrayentes a la vez. Vila-Matas se transforma así en un auténtico Caronte llevándonos por el lado oscuro de la literatura. Es todo lo contrario de lo que solemos leer cuando nos hablan sobre escritores, en Vila-Matas nos topamos con un mundo de escritores no escritores, o de escritores sin literatura. Como él dice, una literatura del No. Escritores que se negaron a enfundarse el yugo de la escritura y luchar cada día con una palabra que se escurre como un pez al que perseguimos de todas formas, como poseídos por sus colores siempre cegadores. La vida de estos escritores es la vida de un NO así, con letras mayúsculas, con la certeza de que no quieren atarse a la silla eléctrica de un ordenador para sacarse el zumo de las entrañas cada día con el fin de rellenar páginas para otros. Y la verdad es que es una postura totalmente comprensible, lo malo es que muchas veces no te queda más opción que seguir, aunque duela, enfrentándote cada día con ese monstruo, auténtico Centauro, hasta sangrar. No lo voy a negar, este libro me ha hecho pensar mucho. Sobre la literatura y sobre mi mismo, por qué escribo, por qué escribir, la respuesta en principio parece simple, porque, y a pesar de todo, no tenemos escapatoria, siempre nos alcanza el monstruo. Podemos dormirlo, engañarlo, domarlo durante un cierto tiempo. Le damos esquinazo y nos hacemos pasar por gente normal, nos camuflamos en la calle, nos vestimos de persona y salimos a caminar. Pero la verdad es, que siempre vuelve. Siempre termina encontrándonos y forzándonos a sentarnos en nuestra silla de tortura, a tomar nuestro látigo como decía Capote. Yo me he sentido un poco Bartleby este último tiempo, lo reconozco, pero al final, como decía, siempre te atrapa y te golpea a cada instante hasta que no lo puedes ignorar más. Y te sientas ¿O no?
Ahora, he preparado algunas citas del libro que creo que son bastante interesantes.
“siempre me ha funcionado bien este sistema de viajar a la angustia de otros para rebajar la intensidad de la mía.” Eso es en lo que consiste la mayor parte de las veces el escribir.     
“vivo como un explorador. Cuanto más avanzo en la búsqueda del centro del laberinto, más me alejo de él.”
“Los libros malos son un veneno intelectual que destruye el espíritu. Y porque la mayoría de las personas, en lugar de leer lo mejor que se ha producido en las diferentes épocas, se reduce a leer las últimas novedades, los escritores se reducen al círculo estrecho de las ideas en circulación, y el público se hunde cada vez más profundamente en su propio fango.” Con esto no puedo estar más de acuerdo, la gente sólo quiere leer las últimas novedades pensando que lo antiguo está pasado de moda, es viejo, cuando realmente es ahí donde vamos a encontrar la esencia de la literatura. Por desgracia hoy en día está tan mal el panorama literario que el único refugio que nos queda son los clásicos. Además son mucho más baratos.                       
Y ya termino, lo prometo “Estoy solo, pero no me quejo. El escritor no tiene nada que esperar de los demás. Créanme. ¡Sólo escribe para él!” y es así como debe de ser, en el momento en el que se escribe por los demás se estafa uno a si mismo y por ende a la literatura y es entonces cuando se cae uno con todo el equipo. Y es eso lo que hace Vila-Matas con este libro, jugar un poco con todos esos escritores, medio inventados medio reales para crear al final una ficción que es más su mundo interior que cualquier historia que pudiera inventar. A raíz de todo ese submundo va trazando una historia del No, de lo no real de lo no escrito, de lo inexistente de la vida, para crear toda una obra llena de vida, con la llama única de un gran escritor.

1 comentario:

gloria dijo...

me gusto lo ultimo pues!